Durante 3 años fui Director General en el primer canal público de TV para niños, niñas y adolescentes de Perú.
Trabajar para el estado en un país muy conservador como Perú, fue una experiencia fantástica, en más de un sentido. Pero hay una frase que escuchaba seguido, y llamaba especialmente mi atención.
“¿Un programa sobre
educación sexual? ¿Seguro?
Esto no es Suecia”. “¿Un contenido para niños sobre sus
emociones? ¿Qué tiene eso de educativo?
Esto no es Suecia”. “¿Una
serie animada con capítulos de 5 minutos? ¡Con esa plata hacemos un magazine de una hora!
Esto no es Suecia…”.
Entiendo la referencia. Claro, Perú no es Suecia. Lo que no entiendo es por qué alguien no querría ser, al menos un poquito, como Suecia. Uno de los países con mayor igualdad social, niveles bajísimos de pobreza, y uno de los mejores sistemas educativos del planeta. ¿Qué parte de todo eso NO nos gustaría tener?
Podría haberme quedado respondiendo y discutiendo cada vez que alguien me recordaba que no estaba en Suecia. Pero preferí usar ese tiempo para trabajar y seguir jugando a ser un poquito el país que podíamos ser.
En otras palabras, preferí hacerme el sueco.